El pasado 24 de julio del 2023 durante su discurso con motivo de los 200 años de la Batalla Naval del Lago de Maracaibo, el Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, anunció un “plan especial” para descontaminar el Lago de Maracaibo.
Ante este anuncio, me parece oportuno exponer algunas
ideas desde la óptica de la Gerencia de Proyectos, que pudieran considerarse
por quienes tendrán la responsabilidad de elaborar dicho “plan especial”.
Lo primero que hay que destacar es que las fuentes de
contaminación del lago de Maracaibo son múltiples. Sin embargo, hay un consenso
general que las cuatro principales fuentes son: la actividad petrolera, los
asentamientos humanos, el dragado del canal de navegación y la actividad agropecuaria
en su cuenca. Sobre cuál de ellos es más contaminante, no hay acuerdo entre los
especialista ambientales, entre los cuales no me incluyo.
Analicemos brevemente cada uno de las mencionadas
fuentes para establecer un marco de referencia al momento de definir los
diversos proyectos a acometer.
a) La actividad petrolera ha sido durante sin lugar a
dudas un impulsor del desarrollo no solo de la región, sino de todo el país,
pero ha dejado una deuda ambiental incalculable en el ecosistema lacustre.
Desde la promulgación de la “Ley Penal
del Ambiente” en el 2012 la industria petrolera venezolana no ha adecuado
sus instalaciones a lo previsto en dicha ley y especialmente los establecido “Decreto Nº 883 - Normas para la
Clasificación y el Control de la Calidad de los Cuerpos de Agua y Vertidos o
Efluentes Líquidos”
Igualmente la deuda
se extiende a la inmensa cantidad de instalaciones abandonadas (lanchas,
gabarras, estaciones de flujo y especialmente tuberías de transporte de
hidrocarburos ya fuera de servicio).
b) Los asentamientos humanos alrededor de la cuenca del
lago de Maracaibo que se estima entre 5 y 6 millones de personas producen una
carga de desechos humanos que en su mayoría se descargan al lago sin ningún
tipo de tratamiento. Las plantas de
tratamiento de aguas servidas del sistema de saneamiento de la cuenca del lago
de Maracaibo; Planta “Sur” ubicada en el municipio San Francisco con capacidad
de tratar 2.000 litros/segundo de aguas servidas, la Planta de Reusó de Aguas
Servidas (RAS) ubicada en la península Ana María Campos del municipio Miranda
con capacidad de tratamiento de 1.300 litros/segundo, la Planta “Punta Gorda”
ubicada en el sector Punta Gorda del Municipio Cabimas con capacidad de 1.100
litros/segundo y la Planta “Ciudad Ojeda” ubicada en el Municipio Lagunillas
con capacidad de 800 litros/segundo, todas en el estado Zulia, para un gran
total de 5.200 litros/segundo se encuentran fuera de servicio desde hace más de
10 años, en algunos casos inclusive totalmente desmanteladas con pocas
posibilidades de recuperación.
c) El dragado del canal de navegación que se inició
durante el auge de la explotación petrolera, luego de la primera guerra
mundial, a fin de permitir la navegación de buques petroleros de gran calado y
que ha servido durante todos esos años para la entrada al lago del agua salada
del golfo de Venezuela. Este fenómeno se conoce como la “cuña salina”. La
entrada de agua salada al lago de Maracaibo no solo ha cambiado la salinidad de
este cuerpo de agua, sino que también ha salinizado las aguas subterráneas de
la cuenca.
d) La actividad agropecuaria en la cuenca que incluye a
los estados venezolanos Táchira, Mérida, Trujillo, Zulia y los departamentos
colombianos que descargan en los ríos Catatumbo y Zulia. Esta actividad
descarga en los ríos una cantidad inmensa de fertilizantes, pesticidas,
herbicidas, estiércol animal y otros agroquímicos ricos en nutrientes químicos
y sustancias tóxicas las cuales elevan la Demanda Bioquímica de Oxígeno (DBO), uno
de los indicadores de la contaminación de un cuerpo de agua.
El estado venezolano ha sido indolente con el Lago de
Maracaibo, y no ha valorado los aportes tanto desde el punto de vista económico
como histórico y cultural que el Zulia ha aportado a Venezuela, pero algunas
ocasiones las acciones tomada por funcionarios del gobierno central, como parte
del llamado centralismo caraqueño, han contribuido a la percepción de esta
indolencia.
Me viene a la memoria casos particulares, que si no
fueran por las consecuencias que tienen en la situación actual del lago de
Maracaibo, no pasarían de ser anecdóticas.
Lo anteriormente mencionado nos dibuja un panorama
nada alentador para el “plan especial”, si los funcionarios a los cuales se les
ha asignado la responsabilidad de llevarlo a cabo no visualizan que no hay
cabida para la improvisación y que es necesario pensarlo como un plan integral
y no como una simple suma de acciones.
Debe ser concebido más allá de los proyectos
tradicionales de descontaminación, los cuales son importantes, tales como la
reactivación de las plantas de tratamiento existentes y construcción de nuevas,
la recolección de la chatarra ferrosa y no ferrosa, la recolección y
tratamiento de los desechos sólidos, entre otros.
Debe pensarse en un “Programa”, que no solo involucre
los tradicionales “proyectos” sino también
involucrar a otros entes del estado que tengan que
ver con los planes agrícolas, ordenamiento territorial, cadenas de suministros,
organización comunitaria, gremios profesionales, institutos de educación, entre
otros. Igualmente involucrar a la república de Colombia y poner en
funcionamiento el “Plan de conservación y aprovechamiento integral de los
recursos hidráulicos de la cuenca del rio Catatumbo”.
Es importante destacar que las inversiones necesarias para acometer este
plan deben verse como “inversiones productivas” para lo cual debemos
visualizar “aguas abajo” los beneficios tanto ambientales como
monetarios. Un ejemplo de este es la
utilización de las aguas tratadas por los sistemas de tratamiento, como agua de riego en las comunidades agrícolas
alrededor de las mismas, disminuyendo la “presión” sobre los sistemas de
suministro de agua potable. Estas comunidades agrícolas, en caso de no existir
se deben incentivar su implantación y desarrollo. Otro ejemplo productivo es la
chatarra ferrosa y no ferrosa que está dispersa a lo largo y ancho de la cuenca
y cuyos precios internacionales rondan los 6$ por kilo por la ferrosa y 120$ en
el caso de la no ferrosa.
Un ejemplo de que podemos rescatar el lago de Maracaibo, nos encontramos
con el esfuerzo titánico que ejecutó el Reino Unido para el rescate del rio
Támesis, luego que fue declarado en el año 1958 como “biológicamente muerto”,
el mismo destino que le depara al lago de Maracaibo si no se toman las medidas
apropiadas. Este esfuerzo no solo incluyo grandes inversiones financieras en el
desarrollo de proyectos de infraestructura, sino también la formulación de
nuevas leyes y la aplicación estricta de las ya existentes, que nuestro caso particular
ya existen, solo falta la voluntad política de su ejecución sin pensar mucho en
los riegos “políticos” que ello implique.
En la elaboración de este “plan especial”, reitero, deben participar
especialistas de diversas disciplinas, no solo ambientalista y ecologista,
especialistas en proyectos de infraestructura, desarrolladores comunitarios,
internacionalistas, diplomáticos, comunas, entre otros.
Por último no dejare de mencionar el incluir en ese plan, los recursos
necesarios para operar y mantener los diversos proyectos de infraestructura que
son necesarios para la descontaminación del lago. La mayoría de las inversiones
en los sistemas de tratamiento de desechos (solidos, industriales, aguas
servidas) han terminado en fracaso por no prever presupuesto para su operación
y mantenimiento, sin los cuales toda la inversión ejecutada no se convierte en
bienestar para la comunidad.