El titulo de este artículo no
guarda relación con algún slogan para una campaña contra la violencia de
género, tema que en los últimos tiempos ocupa importantes espacios en diversos
medios de comunicación.
En la Gerencia de
Proyectos el término “No significa No” está relacionado con la obligación ética
y moral por parte de los profesionales que conforman el equipo de un proyecto
de negarse a comprometerse con el cliente o patrocinador, con algún objetivo
principal (tiempo, costo, calidad y alcance) a sabiendas que no es posible
cumplir. Las razones pueden ser de diversa naturaleza: deficiencia de recursos
humanos, técnicos o financieros.
El Código de Ética
Profesional del Colegio de Ingenieros de Venezuela (http://www.civ.net.ve/uploaded_pdf/cep.pdf) en sus artículos 7mo. y 9no. respectivamente, considera lo contrario a la ética e incompatible con el
digno ejercicio de la profesión, para un miembro del Colegio de Ingenieros de
Venezuela “elaborar proyectos o preparar informes, con negligencia o ligereza
manifiestas, o con criterio indebidamente optimista”. Así mismo,
“encargase de obras, sin que se hayan efectuado todos los estudios técnicos
indispensables para su correcta ejecución, o cuando para la realización de
las mismas se hayan señalado plazos incompatibles con la buena práctica profesional.”
Sobre esto último
relatare dos experiencias personales que ilustran la posición que como
profesional de Proyectos sugiero asumir.
En una ocasión fui
contactado para dirigir la construcción de una vía interestatal rápida de
aproximadamente 32 Kilómetros de longitud. Al hacer los cálculos del tiempo
total de construcción en función de las cantidades de obra involucradas
(movimiento de tierra, construcción de obras de drenaje, colocación de concreto
asfaltico caliente) se estimó un tiempo de construcción de dos (2) años y en
esos términos se le presentó al patrocinador, el cual consideró que dicho plazo
de ejecución era superior a sus expectativas. Luego de explicarle las razones
técnicas, las cuales se fundamentaban en la disponibilidad de recursos técnicos
en la zona (plantas de concreto asfaltico caliente), el patrocinador insistió
en la reducción del tiempo de ejecución y dado que no podíamos cumplir con sus
exigencias opte por retirarme del proyecto. El proyecto en cuestión siguió su
curso normal y se completo en cuatro (4) años.
En otra oportunidad
me propusieron construir un Distribuidor vial y siguiendo las técnicas
apropiadas determinamos un tiempo de ejecución de 14 meses. En esta ocasión el
patrocinador solicitó que lo completáramos en seis (6) meses. Le argumentamos
la imposibilidad de cumplir con ese plazo y como contra propuesta le ofrecimos
una victoria temprana. Esta victoria temprana consistió en permitir el paso en
uno de los sentidos. El proyecto se completó en el plazo originalmente estipulado.
En el primer caso no
hubo posibilidad de convencer al patrocinador de que los plazos solicitados no
podrían cumplirse, como en efecto no se cumplieron, y la posición ética fue no
comprometerse con un plazo que no se puede cumplir. En el segundo caso se le
ofreció al patrocinador una victoria temprana sin comprometer la duración
completa del proyecto.
Es evidente que más
allá de los intereses del patrocinador, los profesionales de proyectos deben
hacer propio el significado del NO, para hacer valer los criterios técnicos que
sustentan sus propuestas, a la hora de poner en riesgo el cumplimiento de las
metas en tiempo, costo, calidad y alcance, establecidos para el proyecto.
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